Crónica de una espera

Zoé en Cali
Por: Juan David Ramirez.
Cuando dieron las 6 de la tarde las calles empezaron a adquirir un suavísimo color violeta con naranja, mientras el cielo lucía como una manta azul, oscura y sin nubes. Aquel viernes de septiembre el viento de agosto sobrevivía moviendo gigantes ramas y levantando hojas de árboles por los andenes, golpeando mi espalda mientras tarareaba la letra de Últimos días.
♫ Hoy voy…
Hoy voy a pasarla bien
Me voy a amplificar, me voy a desvanecer
Nada me detiene
Nada que me pueda parar
Soy una frecuencia
Con un millón de megaheartz ♪
Los atardeceres en Cali siempre se disponen a lo que ocurre con nuestro ánimo. Por eso al esconderse el sol ya cualquiera podía ver en la ciudad las imágenes de déjà vu traídas por la música de Zoé, quienes esa noche conocían a Cali gracias a la gira de Prográmaton. ¿Cuánto se espera por lo que nos apasiona?
Cuando dieron las 7 de la noche las calles ya eran de color vinotinto y el cielo negro.Caminando hasta la Carpa Club San Fernando –esta vez la bici quedó en casa- escuchaba a varias personas que turnaban las ansias con la emoción:
-Primera vez en Cali. ¿Lo creés? ¡Y yo con ellos!
-Sofia, júrame que no te vas a trepar al escenario a besarlos.
En ese momento, la luna a la que le había cantado León tantas veces refulgía en la vía láctea, y yo llegaba a las filas que se hacían a las afueras del Club. Entre el gentío veía la sonrisa de los fans esperando el ingreso y a muchas mujeres hermosas soñando con acordes e integrantes: es decir que Sofía no sería la única posible osada. Si intentara describir a qué se asemejaba esa multitud de caleños aguardando en la entrada, sería a un estado de ánimo casi palpable, aunque indescriptible, que se queda a medio camino entre la impaciencia y la alteración.
Todos estábamos allí para ver a una de las bandas más importantes de la escena rockera alternativa de habla hispana. Zoé nos Programataba esa noche y era una promesa que habíamos hecho con ellos tácitamente, aun cuando nunca nos hubiéramos encontrado.
♫ Hey, Hope
Vamos a confeccionar
La telaraña de nuestra realidad
Hundirse en la arena
Bajo la risa del mar
Volverse sonámbulo
Y no repetirse jamás ♪
La fila, la selfie, la espera que siempre parece eterna en los conciertos, el ingreso, la selfie, la ubicación, la llamada de los rocanlovers desde el público, la selfie con la tarima atrás y de nuevo la espera. Mientras tenía gente al lado que consideraba trascendental tomar 2013 fotos para su Instagram, otros se paseaban de un lado a otro, curioseando la tarima y adivinando qué habría tras el escenario y qué estarían haciendo en ese segundo los Superlitio y Zoé.
Me sorprendió encontrar una taquería al lado de la carpa, donde la fila parecía una réplica en extensión de la que se podía ver antes en la entrada al Club. De repente todos estaban antojados de tacos y aliviaban el ardor del chile con cocteles y cerveza. Y mientras esperabamos a que Superlitio encendiera la noche, pasábamos el tiempo tomando Redbull y Redd’s… ¿Cuánto se espera por lo que nos apasiona?
♫ Un árbol de look cerebral
Soñaba
Me enseñaba a respirar
Una gamma de felicidad
No tengas miedo de volar
Nada te va a lastimar
Planeador del alma ♪
Cuando dieron las 8:40 las luces parpadearon tres veces, todos empezamos a gritar y el humo ascendió sobre el escenario: salía Superlitio. Con la suerte de ver primero a un grupo cargado de pesados ritmos funk y fusión, el rock de la banda caleña convertía esa fría noche en una calidez compartida por todos cuando cantábamos saltando. Champetrónica era el primer sonido y Superlitio lo daba todo.
¡Buena noche Cali! ¡Qué rico poder cantar con los paisanos esta noche!
De pronto gracias a ellos caí en cuenta que era Viernes otra vez. Superlitio fue un violento telonero que ofreció temas como Yo necesito, Alma en pedazos, Colmillos, Sexo con amor, Balas de sonido, Que vo’hacer y Te lastimé. Nos abrieron el apetito, quitaron el sopor de la espera y prepararon nuestras gargantas. (¿Cuánto se espera por l…)
Cuando dieron las 9:40 el Club estaba oscuro y la noche clara. Sólo existían dos matices, el negro y el blanco, entonces bastaron unos pasos para crear el color: León, Sergio, Jesús, Rodrigo y Ángel avanzaron entre la boira y la oscuridad y un aluvión de aplausos aturdieron los oídos de la noche. Finalmente Zoé entraba al escenario.
La batería comenzó a sonar y todos sabíamos de qué se trataba. Con No hay dolor iniciando el sueño, la primera frase que gritamos de todas las canciones fue naturalmente mágica.
♫ Vamos a levantar un vuelo cósmico
Vamos a alimentar la fuente de poder ♪
Reptielectric, bienvenido a la Sucursal del Cielo.
Zoé es una de esas bandas que sobre el escenario despierta la sensibilidad que duerme por culpa del hábito y las emociones negligentes, un grupo que a través de sonidos psicodélicos, imágenes y luces, transporta la conciencia a una dimensión donde el viaje sideral es la banda sonora de la vida. ¿Cuánto se espera por lo que nos apasiona? Zoé me respondía en una de sus canciones:
♫ Soy fiel
Hace tiempo no mido el tiempo ♪
Ver a León Larregui con los ojos cerrados guiando nuestras emociones por medio de su voz, su cadencia melancólica, su tono delirante, era una oportunidad para olvidar incluso el nombre y entregarse a las olas tremolas de sus canciones. Con esas letras que desentierran nuestro paraje cósmico sentí un vacío en el estomago cuando finalmente tocaron el tema que no salía de mi cabeza desde hacía días, el que venía tarareando aquella misma tarde.
♫No los dejen entrar
No los dejen destruir
No los dejen dominar ♪
Pero a Zoé sí. Que entren, destruyan y dominen con su música, que no vacilen al envolvernos en sus acordes y tatuarnos una experiencia que no olvidemos jamás.
Era particular la geometría con que cada uno se posicionaba para vibrar con libertad; el grupo tenía una puesta en escena cargada de titilantes luces bailando sobre nuestros rostros, un curioso parlante blanco que tomaba León para cantar de cuando en vez sin micrófono y dos pantallas gigantes tras de sí que proyectaban videos en vivo con efectos visuales de cada uno de los integrantes y nosotros abajo. Un trip en el que las bocas nunca pararon de cantar.
♫ Suelta la proyección
El estambre de luz
Y ven, intégrate al sofware de Prográmaton. ♪
El tiempo avanzaba de forma cansina y nosotros de manera acelerada, hasta un bucle en la presentación donde las voces quisieron superar a la de León. Una débil luz amarilla del techo lo convirtió en faro, entonces tomó una guitarra acústica y empezó a cantar Paula.Varios encendedores resplandecieron manos arriba, con llamitas fuertes y temblorosas moviéndose de un lado a otro, desbordando mi imaginación en el juego de la melodía y las improvisadas estrellas del público.
Hasta el final (el mal supuesto y sorprendente final) nos hicimos parte de la banda y sus alucinaciones. Labios rotos se había acabado y desde abajo no admitíamos que el concierto también. Esta ha sido la última, Cali. Muchas gracias por esta noche. Al abandonar el escenario entre nuestros aplausos se escuchaban también los reclamos de regreso. La repetición de la palabra Zoé como a la espera de un conjuro funcionó, y tres minutos después salieron de nuevo de las sombras a tocarnos el encore que merecíamos por ser cómplices en la energía de sus latidos.
Cuando dieron las 11 y ocurrió el final (el verdadero) nos miramos unos a otros y resolvimos que la noche había comenzado. Love fue el último sonido que nos regalaron. Para mi –dulce y contradictoria- desgracia, el péndulo de Últimos días retumbando como ecos en mi interior durante tanto tiempo mientras iba a la U o me cepillaba los dientes, sería sólo un eslabón de la cadena con que Zoé sujetaba mi mente desde esa noche hasta no sé cuándo. Ahora tengo más de veinte canciones turnándose traviesas en mi cabeza para enseñarme a redescubrir una nueva sensación.
En este instante mientras repito ♫ Soy fiel/ Hace tiempo no mido el tiempo ♪, me hago el ocupado cuando recuerdo cómo vivimos aquella noche que inició a las 6 de la tarde con tonos violetas, naranjas y azules, y que terminó blanca al día siguiente, a eso de las 9:59 de la mañana en la tumba de un arrullo de estrellas.
- No hay dolor
- 2013
- 10 A.M
- Fin de semana
- Últimos días
- Fotosintesis
- Via lactea
- Dead
- Nada
- Arrullo de estrellas
- Miel
- Paula
- Game over Shanghai
- Poli
- Andrómeda
- Solo
- Panoramas
- Cámara lenta
- Labios rotos
Encore
- Luna
- Reptielectric
- Soñe
- No me destruyas
- Love
- Angélica Olaya
- Angélica Olaya
- Angélica Olaya
- Angélica Olaya
- Angélica Olaya
- Angélica Olaya
- Angélica Olaya
- Angélica Olaya
- Angélica Olaya
- Angélica Olaya
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado