Festival Petronio Álvarez XVIII

Divagaciones del viche
Por: Juan David Ramirez.
Después de varios tragos de viche, bebida autóctona del Pacífico colombiano, Malú invita a sus amigos a la última noche de Festival…
“Prendé los ojos y asomáte al mundo: mirá el arcoíris de color negro. Afrontá la brisa caleña, camino inesperado en la ciudad que suspira. Llegá a las Canchas Panamericanas… Ahh, pero nos olvidamos del combo. Llamá la sabrosura, invitálos a conocer la ancestral herencia del Pacífico, la temperatura de un pueblo sonriente que atrae abrazos de la memoria y la fiesta.
¿Qué ejésto, decís? Es el Festival, la verdadera amalgama del litoral Pacífico en la Sultana del Valle. Patricio Romano Petronio Álvarez Quintero nació hace un siglo, hacéme el favor. Más bien sentílo en la gente, en el festival de los colores del espíritu. ¿No lo podés ver como yo en el agosto tan sonero? Hacéte.
Estás como antojado, lo supe. Probá un poco de arroz endiablado con buen toyo y plátano verde, que no son comunes estas delicias cuando cenás. ¿Querés viche, por cierto? ¿Alguien sabe cómo se toma este lujurioso trago? La arrechera es algo serio, hermano. Yo ya tome un poquito. Un poquito.
¿Bailás?
Mirá la gama de la melanina, sus matices de colores fuscos, la familia que nace escuchando el viento y acepta la paz del otro en la música amable. Aquí todos debemos ser hermanos.
¿Cuántos músicos? No, en serio ¡¿cuántos músicos?! Te diré que son selva, que son la tierra que sustenta a las personas, el océano que arroja la ventolera a todos los habitantes de estos lares. ¿Te he hablado del viche? Ayyyy.
Enaltece la memoria sagrada de antiguos ritmos. Sentílo, este folclor es poesía. Abrigáte en el bunde del Chocó, el currulao, la juga, el abozao, el levanta polvo, la jota, el pasillo, los torbellinos, los bambucos y los berejús. Si la marimba suena es porque está ordenando. Negáme que no dan ganas de todo escuchando esta sabrosura.
Pañuelos ondeantes, brazos de canela y leche y cacao. Vos tenés que contagiar la felicidad, si no ¿pa qués que estamos? Tomá viche, por ejemplo.
Ah, pero es que faltaba el vaivén/hechizo de la negra, su mirada soñadora y su tez de noche, esa sonrisa gigante y blanca que le otorga una guapura más bien exótica. ¿Te cuento el secreto? Aprendé a moverte como las olas de mi océano bonaverense y ella vendrá a decirte qué bien bailas.
Esperá, ¿cómo que estas cadencias no suenan en la radio? ¿A quién regaño, pues? Es que la gente ignora el valor de lo autóctono. ¿Y qués que somos? A mí tráteme serio.
Mirá ese corrinche, como joden al pobre gringo que sabe bailar como las palmas de chonta. ¿Esta fiesta es inagotable? ¿Preguntas si tienen descanso los golpes de la marimba? ¿Que cuándo pensaba contarte que a veces amanece y todos siguen viviendo el baile de las almas del pasado africano? Ah, mirá como son las vainas, pa mí es más sencillo gozá. ¿Más viche?
¡Ve! ¿Y vos de dónde es que sacaste ese canequito de tumbacatre? ¿Rico, no? Tomá un poco más, por si creés que no está tan fuerte. Soltáte de todo, es regla cuando vives la canción de un corazón honesto. Un corazón llamado Pacífico.
¿Soy sólo yo o ese holandés baila el ritmo del salvaje cununo mejor que los caleños? Debe ser el viche en su cabeza, o que el hijuemadre vive aquí desde hace siglos. Será que la percusión empuja hacia el barranco de las emociones y todos caemos con pañoletas en las manos. El ritmo no diferencia color de piel ni nacionalidad. Mirá a tu alrededor y comprobá que a veces sólo se necesita compartir para recibir de más.
Bailálo: movimiento de cadera, el pecho palpita más fuerte que un aguacero, balance de cuerpo, entonces un salto hastallá y otro pacá, cadencia de júbilo y vueltas en la madre tierra, zapateo fuerte pa despertar a todos. Mirá que las piernas no están arrebatadas, ellas saben cómo avanzar en este ritmo. Sólo seguí el instinto, podés ver al nuevo amigo improvisando la violenta coreografía. Brindemos con viche. Pegáte y bailá como podás.
Hagamos temblar este sitio. ¿Qué es esa guachafita de mover el festival? Que en el Teatro Los Cristales, que en la Plaza de toros Cañaveralejo, que en el estadio Pascual Guerrero, que en la Unidad Deportiva Panamericana. ¡Los músicos tocan donde se pueda bailar! Manantial de sonidos, luz de percusión, selva vida, cantaoras que conmueven a los fantasmas, artistas venidos de los manglares, del campo, del río, toques de violines como acento vivo. Nunca olvides que Petronio Álvarez significa orgullo de ser negro.
Agarrá el sentimiento: primero la alegría, luego la añoranza. Esta es la tradición que rehúsa el olvido. ¡Ja! Más viche.
Espera, ¿en serio vos no sabés qué es la Calle del Pecado? Ayyyyy, es que esta fiesta apenas inicia…”
- Alexandra Garcia
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