Los Ojos de Carlos Ospina

Cuando le preguntas «¿cuál es tu oficio?», Carlos Ospina sólo acierta a recordar todas sus pasiones. Hablar de su trabajo es hablar sobre lo que más le gusta hacer.
Programador musical por vocación, cinéfilo y cineasta por convicción; es una figura de gran valor para la cultura en Cali que a través de su inagotable esfuerzo viene forjando un importante camino en el campo artístico audiovisual. Además de ser el dueño de La Topa Tolondra, uno de los bares salseros más importantes para los jóvenes en la ciudad.
¡Más caleño que un pandebono!, se atreve a resumir sobre sí mismo.
El Zarzo se dio el gusto de compartir con él una tarde, hablar con sus amigos y conocer más sobre un artista que imprime en sus obras toda la genialidad de un curioso.
¿Un artista o un empresario?
«Primero que todo, también es un amigo», dice Carlos Tofiño, uno de sus mayores cómplices en la producción audiovisual. Se conocieron durante la época en que ambos asistían a la Escuela de Cine Digital Pakiko Ordoñez, que coincidió asimismo con los primeros días de La Topa Tolondra allá por el 2011.
A pesar de haber creado su bar de salsa junto al pianista de Clandeskina David Gallego, y dirigir desde entonces cada noche el lugar, para Carlos no es sencillamente un negocio. Es un pretexto para estar con amigos y escuchar buena música. » Salsa con criterio», anuncia el slogan del bar en la parte de abajo.
Fue algo mágico. Mucha gente demora un año en establecer un negocio, pero lo de La Topa fue un mes: se empezó en noviembre del 2011 y para diciembre ya era una locura, sin haber pasado ninguna publicidad en radio o prensa aparte de unos afiches colocados en Univalle por él mismo. Todo un boom en la escena caleña, llamando a jóvenes ansiosos de reclamar el valor salsero que ha caracterizado esta ciudad.
Aún con el increíble éxito de La Topa, Carlos sabe bien que lo suyo es la producción artística y no los negocios en sí. Incluso se percibe en el bar, que es más una obra de arte que otra cosa, con su atmósfera vieja guardia y su ambiente cálido de rumba salsera que enamora a cualquiera.
Su amigo Roberto Carlos Luján dice que disfruta lo que hace, sin necesidad de etiquetas y reconocimientos. Lo de empresario es más un apodo que le puede ser esquivo. También considera a La Topa como el proyecto de vida de su amigo, ya que no sólo satisface su afición por la música, igual complace a una audiencia cautiva que visita asiduamente el lugar en busca de esa identidad caleña de los 70 ́s que se ha perdido de forma paulatina con los años y las generaciones. La Topa refleja perfectamente el ánimo y empuje de la vida de Carlos, asegura Roberto Carlos.
» Es la consolidación de su sueño, lo que le permite vivir tranquilo», explica Hector Fabio Mosquera, un amigo que precisamente conoció como un cliente más del bar. Hector Fabio llegó una noche cualquiera y tras conversar con Carlos, coincidieron en sus intereses en el cine, la música y la literatura. » Él es muy reservado… muy ceremonial en la forma en que se refiere a las personas. Siempre está buscando la distancia entre lo que dice y el personaje a quien se lo va a decir», cuenta con afecto sobre su amigo. A pesar de su carácter templado y su fuerte expresión, Carlos ha sabido cultivar sus amistades igual que sus proyectos, tanto que La Topa ya es un punto de referencia para el melómano salsero que frecuenta la Cali nocturna de la rumba.
Quienes asisten saben que lo que menos importa es cómo lucen, el respeto ante todo lo nuevo es una de las premisas para compartir con la diversidad de público que entra buscando pasar un rato de la mejor manera y con ritmos como la salsa, las guajiras, el boogaloo, el son cubano, los boleros y los mambos.
«En cuanto a la estética, a los extranjeros les impresionaban las guaduas y los detalles artesanales, y los caleños recordaban aquellas casetas que en el pasado cobijaban a los rumberos que bailaban con swing maestro los ritmos afroantillanos».
Por su puerta han pasado figuras como Edy Martinez, Pedro Lugo Martinez “el Nene”, Los hermanos Lebrón, Esteban Copete y su Kinteto Pacífico, Africali, Ebano y Marfil Orquesta, Tromboranga, Marfil Latinjazz Proyect, Habana con Kola, Clandeskina…
Allí ocurre de todo. Carlos recuerda una ocasión en que la ex-senadora Piedad Córdoba llegó al bar y Cesar Hernández, un famoso tatuador de la ciudad, la sacó a bailar salsa. Ella con su turbante y porte característicos. Él con sus mochos, sus tatuajes y sus aretes. Los dos olvidando al resto del mundo para acompasar los ritmos de La Topa Tolondra con la soltura de quien va a ser uno solo con la pareja y la canción. La fotografía era impresionante para cualquiera, menos para los que estaban en La Topa, quienes compartían en ese momento sólo veían la cotidianidad de su bar favorito.
En síntesis, es una revolución cultural para Cali, libre de los estereotipos de la rumba tradicional donde se va para gozar del buen baile, la buena música y la buena compañía. ¡Salsa con criterio!
Saudade y la pasión por contar historias
En 1660 el escritor portugués Manuel de Melo definía la saudade como el » bien que se padece y mal que se disfruta». Quizá por esta razón Carlos decidió colocarle a su primer cortometraje ese título, porque el arte es ambas cosas.
«Saudade es un sentimiento muy difícil de explicar, semejante a la melancolía, la añoranza o la nostalgia, elementos presentes en todas las historias que cuenta».
Saudade es la historia de un joven pintor inmerso en afugias para poder vender un cuadro; ante esta situación debe decidir entre continuar siendo un artista o convertirse en un criminal. A pesar de haber vivido en carne propia las dificultades del protagonista, Carlos nunca encontró otra salida que no fuera el arte. Aunque tenía que trabajar en cosas que no le gustaban, necesitaba también perseguir sus sueños, por lo que el corto podría ser un autorretrato de aquella época en la que pasaba más de dieciséis horas al día pintando para ganarse la vida.
Para él como ningún otro color, el rojo es el de la pasión. Desde sus inicios en la pintura utilizaba tonos cálidos como éste; su filminuto se llama » Rojo intenso»; la primera escena de» Saudade» es en una habitación roja; La Topa Tolondra tiene paredes rojas… Hector Fabio cree que su fascinación por este color se debe quizá a su admiración por el cine negro, y Carlos asegura que para él representa lo vivo en una escena, un contraste con lo demás. Y por supuesto, también palpable en su obra.
Hector Fabio reafirma que el corto está inspirado en su vida de pintor, al igual que» Rojo Intenso», ambos realizados durante el año que estudió producción audiovisual y cine en la Escuela de Pakiko Ordoñez. » Para él la pintura es determinante, existe una relación íntima, una especie de desahogo». En realidad, Carlos siempre tuvo un especial interés en este oficio, que le ha dejado varias lecciones sobre lo visual y lo estético en su trabajo de director.
Por ejemplo, la construcción de un guión suyo es bastante inusual. Por lo regular primero se escribe la historia y luego se realiza un storyboard; él dibuja las imágenes que le rondan en la cabeza (desde hace un día, un mes, un año) y con base a ellas empieza a desarrollar la historia. De esta manera entrelaza todas sus influencias en la forma de hacer cine: pintura, música, literatura, todo aquello que lo impacte profundamente.
Dice que hay algo fundamental en todos quienes hacen arte, y eso es la » rebeldía». La metáfora de » Saudade «es este cruce de intenciones y necesidades del artista. Cada ser humano debe elegir entre su pasión o dejarse llevar por el dinero fácil y caer en las trampas que se muestran en el film. Y siempre, lo sabe bien, la pasión justifica la vida.
Tanto así que regresando de Ureña, Venezuela, en donde vivió su adolescencia y muchos años de su vida, inició modestamente su carrera como director de cine y empresario, habiendo vivido también en Cúcuta, San Antonio, San Cristóbal, Palmira, Roldanillo, Tuluá, Pradera… En el camino se ha encontrado con el bien que se padece y mal que se disfruta creando audiovisuales, conociendo gente en cada nuevo lugar y siendo el DJ de muchos bares y eventos hasta llegar a ser el Carlos Ospina quien es ahora.
Una ciudad que también habla cine
Cali siempre se ha caracterizado por sus consumos culturales, somos pioneros de trayectorias sorprendentes para las artes en Colombia. Aquí se grabó la primera película de cine mudo y la primera sonora, sin contar con el movimiento legendario que dejó la época de Carlos Mayolo, Luis Ospina y Andrés Caicedo con los cineforos. » Siempre ha sido un gusto muy acertado para el caleño gozar de un oído exquisito para el ritmo y un ojo increíble para ver y asimilar cine», dice Carlos.
Por eso está seguro que en la ciudad existe un buen escenario para convertir el movimiento cinematográfico en una industria. Dice que es un asunto de talento humano el que señala el norte de las producciones audiovisuales, lo que queda debe ser el trabajo económico de las productoras, asunto que desconoce un tanto al autoproducir sus propios filmes.
Sabe bien que a diferencia de otras artes, el cine es un asunto más colaborativo. En él se pierde la intimidad del pintor o el poeta o el escritor y se convierte el proceso en algo más grupal.» Estamos siempre aprendiendo. Todos los cineastas estamos aprendiendo cada día». Las condiciones para hacer filmes y ser cineasta, considera, antes eran casi utópicas, pero ahora con las ventajas del cine digital y la herencia audiovisual de la región, se está más cerca de hacer proyectos arriesgados. Así lo demuestra.
El que se mete en el cine es por un tema de valentía, de proponerse las ideas y representarlas por encima de estereotipos como en los que está encasillado el cine colombiano. Ser director es buscar contar historias de la manera en que cada uno ve el mundo y lo interpreta. Al menos en Colombia no es tanto lucrarse, es ser libre en la expresión.
De esa mentalidad nació» Miravé Films», una idea forjada por él, Luna Márquez, Carlos Tofiño y Lisle Ordoñez, quienes después de salir de la Escuela de cine, optaron por continuar con su sueño de contar historias a través de la imagen. Lo más difícil de esta productora fue el título de su casa: ¿cómo relacionamos el cine y Cali? Pues mirá, vé.
Sobre sus futuros proyectos, en este momento «Entre la sombra y el alma» se encuentra en posproducción junto a Carlos Tofiño, un cortometraje del que sólo nos adelanta que un bailarín es el protagonista. Habrá que esperar que esté terminado. También está en desarrollo el guión de una historia en la que varios artistas callejeros tendrán nuestra atención. Pronto lo veremos también circulando entre festivales y encuentros cinematográficos.
Carlos además espera continuar con el resto de sus planes, viviendo en la ciudad que más ama y compartiendo con la gente que le gusta tener cerca, en La Topa Tolondra cada noche. Lo que queda son las historias que ha vivido y las que aún no ha contado: para eso estará siempre el cine.
Tres canciones que nos recomienda
Sol de mi vida, de Ángel Canares.
Tu caminar, de Ismael Quintana.
Por qué adoré, de Frankie Dante y la Orquesta Flamboyán.
Tres películas que nos recomienda
El padrino, de Francis Ford Coppola
Erase una vez en América, de Sergio Leone,
In the Mood for Love, de Wong Kar-wai
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado