Nos pillamos en la Clandeskina, oís

Por: Omar Felipe Becerra.
Santiago de Cali tiene como su segundo apellido Salsa, paternidad de crianza no de nacimiento. Apadrinamos un sentimiento híbrido de sonidos y ancestros, como es la salsa misma intergénero que sigue la clave como su hilo conductor. Desde los años 60s el ritmo de las Antillas, en muchas de sus variaciones y momentos, se radicó en la sultana y se niega a salir. Es posible afirmar que la capital del Valle es más consumidora de salsa que productora, bailamos de manera única y fenomenal, no se puede negar que algunas orquestas figuran en el playlist salsómano mundial, y a esto le sumamos todos los artistas que vistan, cantan, y llenan espacios para salseros. Algunos se quedan por temporadas, en muchos casos los amaña la brisa y deciden estar aquí para siempre.
Cali es Salsa, bailamos arrebatao en griles calurosos decorados con luces navideñas pa´quel zapato blanco resplandezca, entre pasos y sudor es evidente que quien no tiene de Congo tiene de Carabalí, se nota que no somos inmunes al sonar del tambor, claudicamos ante los pianos endemoniados de Palmieri y Luca, los pregones se han filtraron en nuestro ADN. Después de más de 50 años de lucha contra el olvido y con ataques durísimos del vallenato, el merengue y el reggaetón, entre otros, podemos decir que seguimos vivos en esta batalla. La salsa brava, la pensada pal bailador, regresa con el golpe nostálgico de los 70s; llegó el poder sonoro, moderno y claro a este sueño atravesado por un río donde suena -de la manera más decente- un clan de jóvenes herederos del guaguancó, músicos que se juntan para cocinar un sonido súper freak nostálgico y progresista.
En el 2009 David Gallego “Mamut”, después de una interesante experiencia en búsqueda de sonidos, dio vida al clan, una orquesta profesional que haría música de calidad. Durante los primero años alternaban sus temas con éxitos del repertorio clásico de la salsa, hasta que poco a poco sus composiciones y sonidos se afincaron de manera muy propia y particular. Un concierto de Clandeskina Orquesta se caracteriza por hacer música con el sabor de la mejor salsa, estos pelaos nietos de la caseta Panamericana tienen bailando hasta los oídos más melómanos y cultores del son. Ellos han conectado sus sentidos en la frecuencia 11:13 y, hoy en día, después de tres trabajos discográficos acompañados de muchos conciertos en los escasos lugares que el país tiene para la salsa en vivo local, suenan fugazmente en emisoras, a pesar de esto último podemos decir que la Clandeskina es una de las propuesta más esperanzadoras ante tanta música desechable.
Óyeme bien que la salsa la traigo yo, llegue a la esquina y escoja parejo que estos son muchachos decentes, interpretes forjados en la tarea de hacer buena música, auto gestión desde la grabación y distribución, esta orquesta ha logrado ser referente de la salsa de Cali haciendo golpe pa´ escuchar y pa´ bailar. El tema Sonado el tambor fue escogido por los lectores del diario el País de Cali como el disco de la feria en el año 2012, hay que calcular cuánta cerveza se ha sudado azotando baldosas con el poder añejo repotenciado de estos doce artistas; así que “prepárense bailadores, se ha formado el vacilón, aquí se prendió la rumba, Clandeskina ya llegó, y viene trayendo salsa al ritmo del guaguancó para que en el barrio gocen al compás de su tambor”