Un Espacio en Común

Por: David García Tejada.
En el 2012, Algo en Común —una organización sin ánimo de lucro, promotora de creación y la escena cinematográfica en la región— llevó a cabo una convocatoria de la cual salió un grupo de realizadores caleños rumbo al Cauca para escribir cortometrajes. La temática: Cali. A primera vista un contrasentido, sacar a los escritores de su ciudad para escribir acerca de ella, pero el punto era eliminar las distracciones para una escritura centrada.
Ahora, en el 2015, tuvimos invitados varios países latinoamericanos que escogieron nuestra ciudad para terminar sus guiones de largometraje. Esto fue, igualmente, producto de una convocatoria amplia: el único requerimiento era el idioma español y el desarrollo en país latino. Ante una respuesta de 88 solicitudes resultaron 8 seleccionados. Más allá del reto evidente de escoger los proyectos mejor escritos y más interesantes, estaba el de elegir carácteres que supieran vivir en relativa armonía durante las 6 semanas que vivirían juntos en un hostal, todo en función de generar un espacio propicio para la creación. El Hostal Encuentro ha sido la sede y el techo del proyecto, con la colaboración de espacios culturales como La Cafebrería, La Biblioteca Centenario, El Museo de Arte Moderno La Tertulia y un sinfín de restaurantes y cafés que de una u otra forma contribuyeron generosamente con diferentes comodidades para los invitados.
3 profesores fueron convocados para guiar el proceso de los guiones y las charlas de El Camino del Guión. En una primera estancia tuvieron a Pablo Solarz, director y escritor argentino, junto a Natalia Smirnoff, también directora y escritora argentina, pero cada uno con un enfoque diferente. Para el final contaron con Gerylee Polanco, reconocida productora de Contravía Films, caleña de grandes películas independientes, entre ellas Los Hongos. No solo eso, también los profes sacaron tiempo para dar clases en La Tertulia, de manera abierta al público general, para aquellos curiosos acerca de sus experiencias. A continuación un breve recuento de éstas clases, y el legado que fueron para la cultura de la ciudad.
La primer clase fue con Pablo, escritor y director que tuve la oportunidad de conocer también como profesor en un diplomado de La Escuela Nacional de Cine en Bogotá hace dos años. El método de su escritura parecerá un poco desordenado, predicando siempre la improvisación como su principal herramienta. Pero sus ejercicios de improvisación no son nada al azar: siempre comienza con una pregunta: ¿qué saldría de la mezcla entre una gallina y un elefante? El público plantea sus respuestas, que son regularmente las mismas; se termina creando un “gallifante”, pesado y chiquito que pone huevos de marfil. El ejercicio, aparentemente improvisado, siempre da las mismas respuestas, pues está dirigido por él. Sus clases están planeadas para que la audiencia intente salirse de lo cuadriculado de la escritura clásica, los métodos comunes y se dejen llevar por el momento, que el texto se escriba solo. Una contradicción muy bonita, que no se me escapa gracias a haber tenido la oportunidad de hablar con Diana Trujillo, una de las creadoras de Algo en Común. El fuerte de su clase fue dar consejos para una escritura más fluida y automática, y aunque hubiésemos querido tenerlo más tiempo para exprimirle más conocimientos, creo que el punto se marcó para los asistentes.
Con Natalia, también argentina, directora y escritora, el enfoque fue diferente e igualmente interesante. Su experiencia con el casting de actores para otras producciones y sus intereses en la psicología conductual le dan una capacidad particular para desarrollar los perfiles psicológicos de los personajes y eventualmente actores que saldrán en la pantalla. Su clase se centró precisamente en el componente humano del cine, la actuación. Constó de un ejercicio de improvisación con los residentes mismos de Algo en Común, y se trató de crear una escena con las direcciones mínimas. El resultado fue, por supuesto, una comedia para todos los asistentes, de los cuales algunos también participaron en la “obra” que se creaba. El punto al que quería llegar Natalia con esto era de mostrar cómo una idea podía cobrar vida y si funcionaba más allá de la imaginación, al verla representada con personas reales. En mis propias palabras, lo que concluí fue algo como: Dejar que los mismos personajes (imaginarios, claro) escriban su propia historia.
Por último, tenemos la clase de Gerylee Polanco, la cuota nacional del talento entre los profesores. Reconocida productora de Contravía Films. Fue una clase centrada en los consejos para hacer mover una producción cinematográfica. Su lema de batalla es simple: hay que moverse. Existe ya una buena cantidad de fondos de apoyo para las producciones de este tipo, ya que en muchos países se quiere invertir en el cine colombiano y “aunque no va a ser fácil, todo”, dice Gerylee, “se tiene que hacer por pasión a este arte. Si se puede, en lo posible, se debe trabajar con amigos, pues se pasarán muchos meses de trabajo juntos y serán las personas que verán todos los días.”
En resumen esta es la labor que ha venido realizando este colectivo en cuanto a educación se trata y si todo sale como lo planean (esperamos que así sea), no será la última. El cine en Cali ha visto su renacer; ahora hay más escuelas dedicadas al tema y el acceso a las tecnologías se ha vuelto más fácil al público. Estamos viviendo una serie de eventos culturales como nunca antes y que, con mucho trabajo de muchas personas como la gente de Algo en Común, pondrán la ciudad en un lugar privilegiado para las artes.
Para el resto de la experiencia de las residencias, los invitamos a ver los vídeos de Algo En Común, son excelentes y darán una visión interna del asunto.
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Renso Delgado
- Angélica Olaya
- Angélica Olaya
- Angélica Olaya
- Angélica Olaya
- Angélica Olaya
- Angélica Olaya
- Angélica Olaya